- Me encantan las puestas de sol. Vamos a ver una puesta de sol...
- Pero hay que esperar...
- ¿Esperar qué?
- Esperar a que se ponga el sol.
[...]
- ¡Un día, vi al sol ponerse cuarenta y tres veces!
Y un poco más tarde agregabas:
- Sabes... cuando se está tan triste a uno le gustan las puestas de sol...
- ¿El día de las cuarenta y tres veces estabas entonces muy triste? Pero el principito no respondió.
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Esperar... Attendre
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